Los trastornos depresivos representan un conjunto de enfermedades que se caracterizan por una alteración significativa del estado de ánimo, con presencia de una tristeza profunda, intensa y limitante, sostenida en el tiempo y que conlleva pérdida de ilusión, desesperanza, desamparo y/o pérdida de la motivación y la confianza en uno mismo.
La depresión es una enfermedad frecuente y grave, con una prevalencia significativa en la población y que puede afectar severamente la salud y la vida de las personas de cualquier edad y medio socioeconómico.
Los factores de riesgo para la depresión son múltiples y podrán depender de la exposición de la persona a estímulos tanto internos y como externos, donde se da una interacción compleja de factores sociales, ambientales, biológicos y psicológicos.
Considerando ello, podrán incidir entre los factores de riesgo, la exposición a elevados niveles de estrés o ansiedad durante prolongados periodos de tiempo, factores genéticos, antecedentes familiares y vulnerabilidades del sujeto. También pueden señalarse como factores de riesgo las características del entorno medio ambiental, la historia de vida y vivencias de la persona, situaciones de abusos de alcohol o sustancias, abuso sexual, maltratos o rasgos de personalidad del sujeto, entre otros.
La depresión impacta negativamente en el estado emocional, cognitivo, fisiológico y comportamental de las personas y se caracteriza por la presencia de diferentes signos y síntomas entre los que podemos encontrar:
• Pérdida del interés o placer en actividades de disfrute.
• Malestar general, permanente y significativo.
• Tristeza profunda, desgano o niveles muy altos de angustia.
• Aumento o disminución importante de peso.
• Insomnio o hipersomnia.
• Visión negativa de uno mismo y del futuro.
• Cansancio, fatiga o pérdida de energía.
• Sentimientos recurrentes de culpabilidad inapropiada y autoreproches.
• Disminución de la capacidad de concentración, razonamiento, memoria y toma de decisiones.
• Pensamientos de muerte o ideas de suicidio.
• Pensamientos negativos recurrentes.
• Baja autoestima y sentimientos de inferioridad.
• Disminución de la actividad física y social.
• Sentimientos profundos de vacío, desesperanza, inutilidad y fracaso.
• Irritabilidad, sentimientos de frustración y fuertes enojos.
• Dolores físicos, tensión corporal y estrés.
La entrevistas clínicas con el paciente realizadas por un profesional de la salud permitirán diagnosticar la enfermedad y diseñar un tratamiento individualizado y adecuado para cada paciente.
La estrategia terapéutica podrá variar dependiendo de la sintomatología e intensidad - leve, moderada o grave - de la depresión que presente cada paciente.
Las alternativas terapéuticas podrán diseñarse desde la intervención psicoterapéutica o incorporar la combinación con intervenciones farmacológicas.
Ambos abordajes son complementarios y no excluyentes, considerando que un número importante de pacientes se benefician del tratamiento psicológico y farmacológico combinado.
Un precoz y oportuno diagnóstico de la depresión realizado por un profesional de la salud permitirá diseñar un tratamiento psicoterapéutico personalizado y orientado a que el paciente pueda ir incorporando un estilo de vida saludable.