“Muchas veces, ante una dolencia se pone en marcha un mecanismo de compensación que hace que el individuo responda creativamente” Oliver Sacks
Se suele identificar al trastorno bipolar con un trastorno afectivo, con cambios reiterados, significativos y de distinta duración del estado de ánimo, que oscilan desde un estado de depresión, de extrema tristeza y desesperanza, a estados eufóricos de exaltación, de manía o hipomanía.
El trastorno bipolar puede ocasionar cambios en el estado de ánimo, inusuales, extremos y fluctuantes en las personas que lo padecen. Las características singulares y la pujanza de estos cambios del estado de ánimo no permite considerarlos simples altibajos del humor.
Estos cambios y fluctuaciones pueden favorecer que durante episodios maníacos, la persona pueda sentirse feliz, irritable u optimista, con un significativo aumento en el nivel de actividad. En tanto, durante episodios depresivos, la persona puede sentirse extremadamente triste, desesperanzada o indiferente y tener un nivel de actividad muy bajo.
Estas fluctuaciones anímicas afectan de manera significativa a las personas en los aspectos vinculares, laborales, sociales, familiares y académicos.
Entre las manifestaciones o síntomas del trastorno bipolar en sus polaridades de depresión y de manía o hipomanía podríamos señalar:
En la depresión: Trastorno del sueño, insomnio o hipersomnia casi todos los días, pensamiento o ideas de muerte, ideas suicidas, disminución del deseo sexual, dificultades de memoria, concentración y razonamiento, sentimientos excesivos o inapropiados de culpa, incapacidad, inutilidad o ruina, problemas alimenticios, pérdida o aumento de peso, escasa energía y actividades, ansiedad, apatía, pérdida de interés, placer o motivación en las actividades cotidianas, agitación o retraso psicomotor, sentimientos de vacío, etc.
En la manía: Estados de ánimo eufóricos o irritable, perdida del autocontrol o juicio, aumento significativo de la actividad o hiperactividad, aumento de energía, disminución de la necesidad de dormir, pensamiento saltígrado, comportamiento y conductas grandilocuentes, gestualidad desmedida, fuga de ideas, verborragia, aumento de conductas riesgosas, peligrosas o desenfrenadas, aumento de la autoestima, aumento de la distractibilidad, agitación psicomotora, etc.
También pueden darse períodos que se denominan de sintomatología mixta que se caracterizan por la presencia de síntomas maníacos en fase depresiva o síntomas depresivos en fase maníaca. Estos períodos revisten gran complejidad en su diagnóstico y frecuentemente el paciente presenta hiperactividad y pensamientos acelerados, así como pensamientos negativos y estados depresivos.
Las observaciones clínicas han demostrado que el trastorno bipolar no es una enfermedad uniforme, sino que, podríamos diferenciar lo que se denomina el espectro bipolar, el trastorno bipolar I y II, el trastorno bipolar tipo III y el trastorno ciclotímico.
El tratamiento psicológico y farmacológico combinado ha demostrado ser eficaz en el abordaje del trastorno bipolar.
El diseño e implementación de una estrategia terapéutica adecuada, permitirá una evolución en general buena de la enfermedad, obteniéndose resultados que facilitarán una mejorara significativa en la calidad de vida de las personas en relación a los ámbitos laboral, social y familiar.